Navidad y salud mental: abrazar lo que sentimos
No todas las luces de Navidad iluminan igual, y está bien sentir lo que sentimos en esta época. A veces nos exigimos demasiado en estas fechas, desde regalos hasta reuniones familiares. Recuerda está bien hacer las cosas a su manera.
Irene de Ana
12/26/20244 min read
La Navidad es una época que, para muchas personas, representa alegría, reencuentros familiares y momentos de celebración. Sin embargo, también puede ser un periodo desafiante en el que se mezclan emociones como la culpa, la nostalgia, el estrés o incluso la soledad. Las luces brillantes y los villancicos en las calles no siempre reflejan la experiencia de todas las personas, y es importante validar cada sentimiento que aparezca durante estas fechas.
Imagina a Marta, quien enfrenta estas fiestas con una mezcla de emociones. En su mente, aparecen pensamientos como "debería estar más feliz" o "tengo que esforzarme por disfrutar con los demás". Marta siente culpa por no estar a la altura de lo que espera su familia, pero también una nostalgia punzante al recordar las Navidades de su infancia, donde todo parecía más sencillo y lleno de magia. Ahora, la falta de una figura cercana que siempre hacía especial esta época añade un peso emocional que no sabe cómo manejar.
La historia de Marta refleja lo que muchas personas experimentan. La culpa puede surgir al no cumplir con las expectativas sociales o personales: no disfrutar "como se debe" o no poder estar presente en todas las reuniones. Por su parte, la nostalgia a menudo está ligada a ausencias importantes, como la de seres queridos que ya no están, o al comparar la realidad actual con un pasado idealizado. Estos sentimientos, además pueden intensificarse cuando las redes sociales proyectan imágenes de felicidad perfecta, aumentando la sensación de desconexión.
La cara oculta de la Navidad: Culpa, nostalgia y soledad
En otros casos, la soledad marca profundamente estas fechas. Por ejemplo, Juan, quien vive lejos de su familia, siente que la insistencia cultural en celebrar en grupo solo agrava su sensación de aislamiento. "Es como si todo el mundo tuviera un lugar al que pertenecer, menos yo", confiesa. Este aislamiento puede ser especialmente complicado para quienes carecen de redes de apoyo o enfrentan dificultades personales, haciendo de las fiestas un periodo emocionalmente desafiante.
El estrés por la perfección y la presión social
Las reuniones familiares, los regalos, la decoración, la comida… La lista de tareas y expectativas puede parecer interminable. Este ritmo frenético genera un estrés considerable que, a menudo, nos aleja del verdadero significado de las fiestas.
Pedro, por su parte siempre ha sentido que necesita tener todo bajo control en las fiestas: desde la decoración perfecta hasta los regalos ideales para cada persona. Este año, al ver publicaciones en redes sociales con cenas de ensueño y familias sonrientes, se encuentra preguntándose si su esfuerzo es suficiente. Se queda despierto hasta tarde organizando detalles, pero sufre de insomnio pensando en lo que podría salir mal. "Si no lo hago perfecto, ¿qué pensarán los demás?", se repite constantemente. Este tipo de presión puede convertir lo que debería ser un momento de disfrute en una fuente de ansiedad y agotamiento.
El perfeccionismo en estas fechas no solo afecta a quienes organizan reuniones, sino también a aquellos que sienten la obligación de asistir a cada evento o presentar una imagen idealizada de sí mismos. Además, la presión social amplifica estos sentimientos. Las redes sociales, llenas de imágenes idílicas, pueden hacernos sentir que estamos "fallando" si nuestras fiestas no se ven igual de mágicas. Este constante bombardeo visual no refleja las dificultades reales que muchas personas enfrentan en esta época, pero sí fomenta comparaciones poco saludables y un sentimiento de insuficiencia.
El estrés generado por estas expectativas irreales puede desencadenar tensiones familiares, agotamiento físico y emocional, y una desconexión del verdadero propósito de estas celebraciones: compartir, reflexionar y disfrutar.
Haz la Navidad a tu manera
La clave para disfrutar de estas fechas está en reconectar con lo que realmente importa para ti. En lugar de ajustarte a un modelo impuesto, puedes diseñar una Navidad que se alinee con tus necesidades y deseos. Aquí te dejo algunas ideas para lograrlo:
Prioriza tu bienestar emocional: Pregúntate qué te hace sentir bien y cómo puedes incorporar más de eso en estas fechas. Quizás sea pasar tiempo con pocas personas cercanas, dedicar momentos a ti mismo o simplemente descansar.
Aprende a decir no: No tienes que asistir a todas las reuniones ni cumplir con todas las expectativas. Pon límites amables pero firmes para evitar el agotamiento.
Redefine las tradiciones: Las tradiciones no tienen por qué ser estáticas. Si ciertas actividades no resuenan contigo, crea nuevas tradiciones que se ajusten mejor a tu vida actual.
Gestiona las expectativas: Tanto las tuyas como las de los demás. Recuerda que no tienes que hacerlo todo perfecto ni cumplir con un ideal inalcanzable.
Reconoce y valida tus emociones: Es normal sentir una mezcla de alegría y tristeza, gratitud y nostalgia. Permítete experimentar esas emociones sin juzgarte.
Evita el consumo excesivo: La presión por los regalos puede generar ansiedad y un impacto económico significativo. Considera opciones más sencillas, como regalos hechos a mano o experiencias compartidas.
Al final, la Navidad no es una competencia ni un momento para compararte con los demás. Es una oportunidad para conectar contigo mismo, con tus seres queridos y con aquello que verdaderamente te llena. Hacer la Navidad a tu manera significa dar prioridad a lo que te aporta paz y significado.
Si este periodo se siente especialmente difícil para ti, recuerda que buscar apoyo emocional también es un acto de autocuidado. Hablar con un profesional de la salud mental puede ayudarte a afrontar estas emociones y vivir las fiestas de una forma más ligera y genuina.
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