La mochila emocional en la pareja: cómo el pasado influye en cómo amamos

Exploramos cómo nuestras experiencias pasadas y traumas influyen en nuestras relaciones de pareja actuales, creando patrones automáticos que a menudo no reconocemos. Un artículo que te ayudará a entender por qué reaccionas como lo haces y cómo construir vínculos más conscientes y sanos.

RELACIONESTRAUMA

Irene de Ana

12/16/20255 min read

Todos llegamos a nuestras relaciones de pareja con una mochila invisible. En ella llevamos nuestras experiencias pasadas, las heridas que aún no han sanado del todo, los mensajes que recibimos en la infancia sobre el amor y la intimidad, y los patrones que aprendimos viendo a nuestros padres o cuidadores relacionarse. Lo que muchas veces no sabemos es que esa mochila pesa, y ese peso puede influir enormemente en cómo nos vinculamos con nuestra pareja.

La huella del pasado en el presente

Cuando hablamos de trauma, no nos referimos únicamente a eventos catastróficos. El trauma puede ser también esa infancia en la que no te sentiste escuchado, esa relación anterior en la que traicionaron tu confianza, o ese hogar donde el amor venía siempre acompañado de gritos. Como explica la psicóloga Bessel van der Kolk en su trabajo sobre trauma, nuestro cuerpo y nuestra mente guardan registro de estas experiencias, y estas memorias pueden activarse en situaciones que nos recuerdan, aunque sea inconscientemente, a aquellos momentos difíciles.

Imagina a Laura. Creció en una familia donde su padre desaparecía durante días sin dar explicaciones, y cuando volvía, su madre actuaba como si nada hubiera pasado. Ahora, cuando su pareja Javier sale con amigos y tarda en responder un mensaje, Laura siente una ansiedad desproporcionada. No es que no confíe en Javier, es que su historia le dice que cuando alguien se ausenta sin dar señales, algo malo está pasando o alguien va a salir lastimado.

Los patrones que repetimos sin darnos cuenta

Nuestra historia personal funciona como un mapa interno que guía cómo nos relacionamos. Si creciste en un ambiente donde expresar necesidades era sinónimo de ser egoísta, probablemente te cueste muchísimo pedirle cosas a tu pareja. Si en tu familia el conflicto siempre terminaba en portazos y silencios eternos, quizás ahora evites cualquier conversación difícil por miedo a que la relación se rompa.

La teoría del apego, desarrollada originalmente por John Bowlby y Mary Ainsworth, nos muestra cómo los vínculos que formamos en la infancia con nuestras figuras de cuidado influyen en cómo nos relacionamos de adultos. Aunque esta teoría ha evolucionado mucho, nos ayuda a entender por qué algunas personas tienden a buscar constantemente la cercanía y otras se sienten agobiadas por demasiada intimidad.

Pensemos en Carlos, que de niño aprendió que mostrar vulnerabilidad lo hacía débil. Sus padres le decían "los hombres no lloran" y celebraban su independencia. Ahora, cuando su pareja Ana le pregunta cómo se siente o necesita hablar de algo emocional, Carlos se cierra automáticamente. No es que no quiera conectar con Ana, es que su sistema interno interpreta la vulnerabilidad como un peligro.

Cuando el trauma se activa en la pareja

Una de las cosas más complicadas de entender es que nuestras reacciones traumáticas no son racionales. Pueden activarse en momentos donde objetivamente no hay peligro, pero nuestro sistema nervioso responde como si lo hubiera.

María vivió una relación anterior donde su pareja la controlaba constantemente, revisaba su móvil y cuestionaba cada salida con amigas. Ahora está con Pablo, que es respetuoso y confía en ella. Pero cuando Pablo, de forma casual, le pregunta "¿con quién quedaste hoy?", María siente que se le acelera el corazón y una rabia inmediata. Racionalmente sabe que Pablo solo está interesado en su día, pero su cuerpo está respondiendo a la pregunta como si fuera el inicio del control que ya vivió antes.

Esto es lo que los terapeutas llaman "activación". El trauma del pasado se reactiva en el presente, y respondemos no a lo que está pasando ahora, sino a lo que pasó entonces.

Las dinámicas que se crean sin querer

Cuando dos personas con sus propias mochilas se encuentran, a veces sus heridas interactúan de maneras complicadas. Esto es lo que Sue Johnson, creadora de la Terapia Focalizada en las Emociones para parejas, describe como "ciclos negativos de interacción".

Por ejemplo: Elena creció sintiéndose invisible en su familia numerosa. Su necesidad de atención y conexión ahora es muy intensa. Por otro lado, su pareja David viene de un hogar donde las emociones fuertes eran peligrosas, así que cuando hay tensión, su instinto es retirarse. ¿Qué pasa? Cuando Elena necesita conexión y lo expresa con intensidad, David se abruma y se aleja. Cuando David se aleja, Elena se siente invisible otra vez y busca conexión con más intensidad. Ninguno está haciendo nada "malo", pero sus traumas están dialogando entre sí creando un patrón que los lastima a ambos.

Señales de que tu historia está influyendo en tu relación

No siempre es fácil ver cómo nuestro pasado afecta nuestro presente. Algunas señales que pueden indicarlo:

  • Reacciones desproporcionadas. Cuando tu respuesta emocional es mucho más intensa de lo que la situación presente justificaría. Tu pareja llega 15 minutos tarde y sientes un pánico o una rabia que no encaja con el contexto actual.

  • Patrones repetitivos. Notas que en todas tus relaciones surgen los mismos problemas o terminas sintiendo lo mismo, aunque cambies de pareja.

  • Dificultad para estar presente. Durante momentos de intimidad o cercanía, tu mente se va a otro lugar o sientes una incomodidad inexplicable.

  • Suposiciones automáticas. Asumes intenciones negativas en tu pareja constantemente, aunque no haya evidencia. "Seguro que piensa que soy un desastre" o "Ya no me quiere, lo sé".

  • Miedo intenso. Miedo desproporcionado al abandono, al rechazo, o a la vulnerabilidad que te impide disfrutar de la relación.

¿Qué podemos hacer con todo esto?

Lo primero y más importante es entender que tener estas reacciones no te hace defectuoso ni significa que no puedas tener una relación sana. Todos llevamos algo en la mochila. Lo que marca la diferencia es qué hacemos con ello.

Desarrolla conciencia sobre tus patrones. Empieza a notar cuándo reaccionas de forma automática. ¿Hay situaciones específicas que te activan? ¿Qué sensaciones físicas notas cuando eso pasa? La investigadora en trauma Pat Ogden enfatiza la importancia de reconectar con las sensaciones corporales para entender nuestras respuestas traumáticas.

Comunica desde la vulnerabilidad. En lugar de "Siempre me ignoras y te da igual lo que siento", prueba con "Cuando no respondes mis mensajes, me siento como cuando era niña y sentía que no importaba. Sé que probablemente estás ocupado, pero necesito que lo sepas". Esto ayuda a tu pareja a entender qué está pasando realmente.

Aprende a distinguir pasado de presente. Cuando notes una reacción intensa, date un momento para preguntarte: "¿Esto que siento corresponde a lo que está pasando ahora, o se parece a algo que ya viví antes?" No se trata de invalidar tu emoción, sino de entender de dónde viene.

Busca ayuda profesional. La terapia individual puede ayudarte a trabajar tus heridas, y la terapia de pareja puede enseñarte a ti y a tu pareja a navegar juntos estos temas. No tienes que esperar a que la relación esté rota para acudir.

Ten paciencia y compasión. Contigo mismo y con tu pareja. Cambiar patrones que llevan años instalados lleva tiempo. Habrá avances y retrocesos, y eso es completamente normal.

Aquí viene algo esperanzador: las relaciones de pareja también pueden ser espacios de sanación. Cuando encuentras a alguien que responde de forma diferente a lo que esperabas por tu historia, cuando alguien se queda cuando esperas que se vaya, o cuando te sostiene en tu vulnerabilidad en lugar de juzgarte, estás teniendo una "experiencia emocional correctiva", como la llamaría el psicoterapeuta Franz Alexander.

La relación de pareja puede mostrarnos que no todo es como fue antes. Que podemos confiar de nuevo. Que merecemos amor sin condiciones. Pero para que esto pase, necesitamos estar dispuestos a reconocer nuestra mochila, a mostrarla aunque dé miedo, y a comprometernos con el proceso de sanación.

Tu historia personal no define tu futuro en pareja, pero ignorarla tampoco te hará libre. El camino está en conocerla, entenderla, y elegir conscientemente qué patrones quieres mantener y cuáles necesitas transformar. Si sientes que tu historia personal está afectando significativamente tu relación actual, considera buscar apoyo terapéutico. En Arquia Psicología podemos ayudarte, pide tu primera sesión.